Por: José Montes
La presidenta, que siempre se defiende de las críticas que provienen de la derecha, esta vez se refirió también a las que le hacemos desde la izquierda. Como cuando De la Rúa salió con el ’dicen que soy aburrido’, ella inventó el ’dicen que somos burgueses’. En Argentina, dijo Cristina, “se puede militar desde los partidos que dicen que hay que volver al FMI, hasta esa izquierda terrible que quiere hacer revoluciones y nos llaman burgueses”.
Nuestra crítica de llamarlos burgueses es simplemente decir las cosas por su nombre. A ninguno de mis compañeros en el Astillero se le ocurriría pensar que propietarios de grandes hoteles de lujo, como los que tienen los Kirchner en El Calafate, son parte de la clase trabajadora. Todo el mundo los ve más cerca de la familia Pagani –los dueños de Arcor– que de las obreras y obreros que hoy están luchando por aumento de salarios en sus plantas de Córdoba. Con los Kirchner nadie duda que la clase gobernante, el verdadero poder detrás del trono, es la clase capitalista de los banqueros dueños de los bonos de la deuda, de los dueños de la tierra y la soja, de los monopolios imperialistas dueños de los servicios privatizados, de los grandes monopolios alimenticios y de la industria automotriz, que en los últimos años obtuvieron una rentabilidad record en esta Argentina del gobierno “nacional y popular”.
En segundo lugar, la Presidenta intenta reivindicar una supuesta pluralidad de la democracia de los Kirchner: “En esta democracia cada uno puede decir lo que se le da la gana”. Pero la verdad de la milanesa es otra, ya que “los partidos que quieren volver al FMI”, es decir, los partidos de la misma clase patronal como la UCR, Macri, Carrió y sectores del propio PJ, no se ven afectados por la reforma electoral proscriptiva y antidemocrática que impulsó e hizo votar este gobierno contra la izquierda, que no sólo no queremos volver al FMI sino tampoco pagar la deuda externa que los Kirchner presentan como una “gesta nacional”. En realidad, detrás de una máscara pluralista se esconde la intención de los Kirchner de evitar el surgimiento y desarrollo de nuevas fuerzas políticas que como nuestro partido, el PTS, somos parte de las principales luchas de la clase trabajadora y el sindicalismo de base que cuestiona a sus aliados de la burocracia sindical.
No nos extraña este ataque de la Presidenta contra la izquierda ya que su gobierno, experto en dobles discursos, se encuentra aliado a la derecha peronista que habla de “la zurda loca”, como lo hizo el burócrata sindical Juan Belén, Secretario Adjunto de la CGT, aunque ella, más “fina”, hable de “la izquierda terrible”. Lo realmente cínico es que este discurso fue pronunciado en un acto en homenaje, en la Villa 31, al cura Carlos Mujica perteneciente a la izquierda peronista, asesinado en 1974 por la Triple A, es decir, por el brazo armado de la derecha peronista. Recordemos que la ultrakirchnerista Hebe de Bonafini, afirmó “todos sabemos que los sindicatos estaban gobernados por los fachos y eran los que denunciaban a nuestros hijos. Y que el 54% de los desaparecidos son trabajadores y delegados sindicales. Así que no me queda duda que Moyano es culpable y responsable de haber participado en la Triple A” (discurso en Plaza de Mayo el 9 de agosto de 2007). ¿No es el colmo del doble discurso?
Detrás de todo esto, lo que busca Cristina es reforzar la idea de que mientras el gobierno “nacional y popular” mejora las cosas “un poquito todos los días”, desde la izquierda planteamos objetivos inalcanzables para los que habrá que pasar por situaciones “terribles”. Esto es algo que siempre hizo el peronismo para sostener la utopía de la conciliación entre el capital y el trabajo. Agitan el fantasma de una revolución “terrible” para que se acepte la miseria de lo posible, los padecimientos de todos los días en el país real, donde la mitad de la clase trabajadora gana menos de $1500, casi el 90% de los jubilados menos de $ 1000 y se mantienen las condiciones de flexibilización y el trabajo en negro impuestos bajo el menemismo. Lo cierto es que la realidad de estos años de “democracia” demostró que cada diez años estalló por los aires esa supuesta conciliación entre el capital y el trabajo, como en la hiperinflación de Alfonsín o en la debacle de 2001 que nos hundieron en la miseria, ambas provocadas por la clase burguesa que hoy sigue manteniendo las riendas del país con sucesivos gobiernos y que no dudó en apelar al golpe militar en 1976 cuando vio desafiado su dominio por la lucha de los trabajadores y el pueblo. Desde la tribuna el gobierno utiliza la crisis griega planteando que ese es el pasado de la Argentina que no volverá, cuando en realidad, la crisis capitalista internacional nos está mostrando que el relativo repunte económico del país empezó su agotamiento. Crisis como la de Grecia muestran el futuro para el que tenemos que prepararnos los trabajadores, luchando por nuestro propio partido y nuestro propio gobierno.
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