Por Manolo Romano y Ruth Werner |
El gesto de “soberanía nacional” de los Kirchner que pone trabas a la navegación de buques ingleses de exploración petrolera en la plataforma marina en Las Malvinas, es muy parecido al del tero que pega el grito en un lado para ocultar el nido en el otro. Ahora trascendió que estas petroleras de Gran Bretaña tienen el mismo financista, el inglés Barclays Bank, que las depredadoras mineras que explotan La Alumbrera en Catamarca, en nombre de las cuales el gobernador Brizuela, un radical K ahora con Cobos, reprimió la manifestación popular en la localidad de Andalgalá, contra la contaminación de las empresas multinacionales que gozan de todos los beneficios impositivos con el gobierno de los Kirchner. Y es este mismo banco inglés el designado por el ministro Boudou para administrar el canje de la deuda a los bonistas en default, poniendo como garantía los disputados 6.900 millones de las Reservas del Banco Central.
Más en general, bajo el gobierno “nacional y popular” las multinacionales imperialistas giraron a sus casas matrices en 2009, según los datos del propio INDEK, 7.000 millones de dólares, todo un “Fondo del Bicentenario” que se fuga anualmente del país semicolonial con una economía dominada casi por completo por el capital extranjero. Estas mismas multinacionales son, además, una parte sustancial de los grandes formadores de precios que provocaron la escalada inflacionaria del verano: los grandes frigoríficos como Quickfood y supermercados como Carrefour o Wall Mart, las comercializadoras de granos como Cargill o Dreyfus, los monopolios de alimentos como Kraft y de bebidas como Coca Cola o Pepsi.
La batalla contra la inflación
Una vez que los capitalistas se hicieron de este colchón de ganancias mediante el aumento de precios, se aprestan a discutir con los jefes sindicales en las paritarias con el objetivo de poner un tope a los reclamos salariales por debajo de la inflación, lo que encubren con el lema de Mendiguren, dirigente de los industriales de la UIA, “la puja distributiva dentro de un marco general de política antiinflacionaria”. Es decir, que la “política antiinflacionaria” de los empresarios se discute después del sacudón de inflación y es, en realidad, para contener los reclamos del salario.
En esta situación la dirección de los sindicatos se ha convertido en la garantía no solamente de la gobernabilidad de los Kirchner, tratando de evitar que la bronca por el aumento en la carestía de la vida se desborde en luchas abiertas, sino de las ganancias de la clase empresarial. Moyano, después de haberse cruzado con los voceros del gobierno por la “inflación que nadie puede negar”, sostuvo todo un programa: "Preferimos un poco de inflación con crecimiento y no una inflación cero o una deflación con pérdida de puestos de trabajo. Esto es lo que hay que poner en la balanza". Pero lo que estaría, así, en la balanza serían dos formas que los capitalistas utilizan contra la clase trabajadora que ha sufrido, durante esta democracia para ricos, ambos flagelos; una que atacaba, como la convertibilidad, la masa salarial en forma directa con despidos en masa, rebajas de sueldo y ajustes fiscales. La otra es la actual, que en forma indirecta licúa el poder adquisitivo de los salarios mediante el colchón de precios de los capitalistas, lo que a su vez convive con un alto porcentaje de precarización de trabajadores que fluctúan entre el empleo y el desempleo, heredado de aquel “otro modelo”. La CGT se apresta a negociar en las paritarias bajo estas condiciones desfavorables para los trabajadores.
La “central alternativa” dirigida por Hugo Yasky acaba de tener su primer gran test en el 2010 en las paritarias del gremio docente. La CTA ha firmado, mediante la CTERA, un aumento del 17% hasta el mes de julio y luego una segunda parte que completa un 23% para el resto del año, por debajo del 27% que los propios dirigentes reclamaban y, encima, en dos cuotas. Pero esto no es, incluso, lo peor. La CTA debilita la lucha unificada ante gobernadores que como Sapag en Neuquén, Binner en Santa Fé y Macri en la Capital han dicho que no van a convalidar ni siquiera ese aumento, y deja librada a su suerte la lucha de la docencia, atomizada provincia a provincia en el marco de crecientes déficit fiscales. Es decir que el acuerdo nacional de CTERA, que “técnicamente” debiera funcionar como un piso a partir del cual negociar, se transforma en un tope salarial.
Como decimos en el número anterior de La Verdad Obrera, está planteada la elección de delegados en la base para negociar el salario y las condiciones de trabajo en las paritarias, mandatados por los propios trabajadores en las empresas y gremios que son los que deben resolver sus propios reclamos. Ante la escalada de los precios del verano hay que plantear un aumento inmediato de emergencia, y reclamar un salario de bolsillo que parta del costo de la canasta familiar para todos -efectivos, contratados, tercerizados, en negro- pasando a todos los trabajadores a planta permanente y a los convenios colectivos. Esta sería la base para plantear un programa obrero que enfrenten tanto la inflación como el desempleo con que los capitalistas aseguran y aumentan sus beneficios: la escala móvil de salarios, es decir aumentos salariales que se ajusten automáticamente con la suba de los precios, y la escala móvil de las horas de trabajo, es decir el reparto general del trabajo entre todas las manos disponibles en la sociedad.
El PTS se propone impulsar unitariamente junto a todas las organizaciones antiburocráticas, del “sindicalismo de base” y los partidos de la izquierda, una gran campaña nacional en los sindicatos de masas por la elección de delegados paritarios desde los lugares de trabajo.
Una oportunidad histórica
A partir de la nueva postulación del sojero Reutemann para liderar al PJ disidente y ser candidato en el 2011, Hugo Moyano declaró que “si llevan el peronismo a la derecha vamos a confrontar”. El jefe de la CGT se ha transformado en la última reserva de un gobierno en decadencia, amenazando con el poder de movilización de sus sindicatos que, supuestamente, haría “ingobernable” un eventual gobierno de Reutemann o de Cobos. Más que un freno a las distintas variantes que se perfilan como representantes de la derecha sojera, la realidad es el agotamiento del ciclo kirchnerista. No solamente en el abandono de la mayoría de las corporaciones empresarias que en casi todas sus fracciones justifican la inflación por la “falta de confianza de los inversores y la puja distributiva” debido a la relación del gobierno con la cúpula de la CGT. En el propio aparato político de intendentes del PJ bonaerense, gran derrotado en las pasadas elecciones, ya se desmarcó una fracción que va desde el intendente de La Plata, Pablo Bruera, hasta Sergio Massa de Tigre, apadrinados por el ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández y promocionados por Clarín. El aparato burocrático de la CGT, desprestigiado en la clase trabajadora, se mantiene al frente de sindicatos con una base cada vez más estrecha, con millones de trabajadores precarizados, en negro o desocupados, sin derechos gremiales. Entre esta situación del gobierno y su burocracia sindical y la fragmentación de una oposición patronal que no ha logrado construir una alternativa de recambio confiable para la clase dominante, los sectores combativos de la clase trabajadora y la juventud tenemos una oportunidad histórica. El PTS se propone desarrollar la emergencia del sindicalismo de base promoviendo la elección de nuevos delegados, comisiones internas y oposiciones clasistas en los sindicatos, recuperándolos para la lucha en la perspectiva de construir un gran partido de la clase obrera para vencer a los capitalistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario