jueves, 1 de abril de 2010

¿Ud. sabía que el salario con los Kirchner está más bajo que con Videla y Menem?


Por Manolo Romano

En la disputa por los fondos fiscales con la oposición parlamentaria, el gobierno utiliza un “blanco fácil” para hacer pasar por progresistas sus opciones. El ministro Amado Boudou defendió en el Congreso el uso de reservas para pagar la deuda externa atacando al senador de la UCR Gerardo Morales por “la huida en helicóptero” del gobierno de la Alianza, la desocupación masiva, la confiscación de los ahorros bancarios y “los recortes nominales al salario” como los que aplicaba el gobierno de De la Rúa a estatales y jubilados.

Nadie con una posición independiente de los intereses patronales estaba allí para decirle al ministro de Economía que los bancos confiscadores de entonces, como el CitiBank, administran ahora el canje de deuda en default con los fondos buitres que se abalanzaron sobre los bonos del “megacanje” de Cavallo, deuda que los Kirchner se disponen a “honrar”.

Pero más allá de los debates entre los “nacionales y populares” que se cuadran ante el capital financiero y los opositores “republicanos” que no resisten un archivo, lo más tramposo del discurso oficial es que pone como referencia la condición de los trabajadores en “el infierno” del 2002-2003. Así, intentan mostrar la realidad actual como “un purgatorio”, que no será “el paraíso” pero es un “mal menor”. Lo cierto es que, si la trabajadora analiza su condición históricamente, se puede comprobar que el salario real promedio era más favorable con el mismísimo Videla que con los Kirchner y que actualmente está por debajo de los años 90 de Menem y Cavallo (Ver Gráfico).

Un apresurado defensor de los K podría chicanearnos: “¿Uds. dicen que con Videla o Menem estábamos mejor?”. Otra trampa del discurso oficial. Lo que los sectores concientes de la clase trabajadora deben reconocer es que la contrarrevolución del golpe militar de la que hace unos días se recordaron 34 años, vino a imponer a sangre y fuego una nueva relación de fuerzas contra los explotados, completada por el menemismo, que hay que prepararse para revertir. Y que es un hecho indiscutible es que el gobierno “de los derechos humanos” ha continuado con la declinación en los ingresos de la clase trabajadoras y el aumento de la desigualdad social, que comenzó desde entonces. Y que en tres décadas, con gobiernos militares o constitucionales, se viene en una caída regresiva de tal forma que con Alfonsín el salario terminó peor que con Videla, con Menem peor que con Alfonsín, con De la Rúa peor que con Menem. En la actualidad, mejor dicho hasta el año 2007 donde, por el aumento sostenido de la inflación, termina la recuperación relativa del salario promedio con respecto a la brutal caída de la megadevaluación, apenas se llega al punto anterior a la crisis del 2001. La intervención del INDEC desde entonces se hizo, desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora, para ocultar que esa situación sigue siendo declinante.

Las conquistas patronales de los 90 están intactas con el “modelo K”

Es que el cacareado “modelo de industrialización con inclusión social”, como lo llaman los Kirchner, no ha revertido las conquistas estratégicas, de fondo, que impuso el neoliberalismo contra la clase trabajadora en los años 90. El neoliberalismo vive en el control de los principales resortes económicos por el capital imperialista y en la fragmentación de su único competidor antagónico, la clase obrera. De un lado, este gobierno ha preservado las posiciones estratégicas del capital extranjero conquistadas con las privatizaciones. Solo “nacionalizó” allí donde necesitaron el rescate estatal de verdaderos desfalcos de los privatizadores como en Aerolíneas, Aguas Argentinas o en el ex Ferrocarril Roca, mientras las ramas más dinámicas que motorizan la economía siguen siendo las automotrices en manos de las multinacionales que desembarcaron con Menem y la exportación agraria en base a los precios internacionales y la alta rentabilidad del campo a partir de los nuevos métodos de explotación, como la siembra directa, adquiridos por la facilidad de importación con el “1 a 1”, en la producción de soja. En el otro polo, el kirchnerismo también “honró” la gran conquista de las patronales que en los ‘90 fragmentaron a la clase trabajadora con nuevas condiciones precarias de empleo que viven hasta hoy, con la mitad de la clase trabajadora por debajo de los 1500 pesos de salario, con millones sin “derechos” en las paritarias ya sea por el empleo en negro, por estar fuera de los convenios colectivos o directamente en el desempleo. Es menos de un tercio de la clase trabajadora la que tiene “el privilegio” de estar “incluida” en las paritarias donde, encima, las conducciones burocráticas de la CGT y la CTA se postran ante las presiones de los empresarios y el gobierno de pactar aumentos por debajo de la creciente inflación que se come, año a año, una parte más del salario. El “ajuste” no es, ahora, en la forma brutal de los “recortes nominales al salario” de la época de De la Rúa sino por la vía indirecta de los precios y “el tipo de cambio administrado” que les permite pequeñas devaluaciones que aumentan las ganancias de la alianza patronal exportadora que vende en dólares y paga salarios en pesos.

La miseria de la “intervención estatal” de los Kirchner

Mientras la recaudación fiscal creció un 25% este mes de marzo con respecto al mismo mes de 2009, y esos fondos provienen en un 50% de lo extraído al bolsillo popular con el IVA y otros impuestos al consumo y al trabajo, el salario de los estatales y docentes ha sido pactado por debajo de la inflación y las jubilaciones, ahora “estatales”, se mantienen en un 80% por debajo de los índices oficiales de pobreza.

El llamado “plan universal” de asignación por hijo a desocupados y trabajadores en negro es presentado por el gobierno como “un nuevo derecho para millones” y por ser el más amplio de Latinoamérica. Pero esto apenas significa que se destina sólo el 0,58% del Producto Interno Bruto del país para “combatir la pobreza”. En tanto, los 40.000 millones de pesos que el gobierno reconoce con el canje de la deuda en el default es el equivalente a 2 presupuestos anuales de educación. A 4 presupuestos destinados de salud o a 8 veces el monto por año a vivienda. En lugar de los actuales 180 pesos, solo con el dinero del canje se podría pagar durante un año $1.000 por mes a cada uno de los 3,4 millones de niños y adolescentes beneficiarios de la asignación por hijo.

La “pequeña política” de la centroizquierda

El martes 30, Pino Solanas fue el orador central de una manifestación frente al Congreso sobre la deuda externa impulsado por los dirigentes del sector anti-k de la CTA, como Víctor De Gennaro y Godoy de ATE Provincia, junto a los representantes del “Interbloque” parlamentario entre Proyecto Sur de Solanas y Lozano, Libres del Sur, Solidaridad e Igualdad de Eduardo Macaluse. Mientras los afiches de convocatoria rezaban para “no pagar la deuda externa ilegítima y fraudulenta”, el verdadero contenido lo sintetizó la consorte de Elisa Carrió, Margarita Stolbizer después del acto: “la tarea legislativa es necesaria, tanto como la movilización para respaldarla”. ¿Y cuál es la “tarea legislativa” que se propone el “interbloque” sobre la deuda externa? Como dijo Pino Solanas, su propuesta es una Comisión Bicameral para “investigarla” y entre tanto, pagarla depositando los fondos en el Banco de Basilea a cuenta de los fondos buitres. Así es que, después de proscribir la palabra a las fuerzas de la izquierda clasista como el PO y el PTS, el acto arrastró a la izquierda sin representación parlamentaria del PCR-CCC y el MST de Vilma Ripoll que viene pregonando esta “unidad” de la izquierda y la centroizquierda.

“Siempre hubo una convergencia entre la vía parlamentaria y la calle, sólo que ahora somos mucho más fuertes”, reafirmó Victor De Gennaro mientras que este sector de la CTA se muestra más dispuesto a alentar “la vía parlamentaria” de su aliado Solanas que a comprometer a los sindicatos en los que influencia con la movilización “en la calle” contra el pago de la deuda externa.

Nuestra alternativa es la movilización masiva de los sindicatos y las organizaciones de desocupados, por el no pago de la deuda externa e impuestos progresivos a las grandes fortunas de los capitalistas, para aumentar los presupuestos de salud y educación, y sostener un plan de obras públicas, viviendas, escuelas y hospitales para emplear todas las manos dispuestas a trabajar con un salario que cubra la canasta familiar.

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